07 julio, 2009

Belleza. El placer de los ojos y el preludio del deseo.



La virtud que más se atribuye a las cortesanas es la belleza pero creer que lo que encumbró a las más famosas fue su hermosura es faltar a la verdad. Sí, algunas fueron muy bellas. Otras tan solo atractivas o “resultonas”, pero fue su inteligencia y su ingenio lo que las hizo prosperar. De la mayoría solo sabemos lo que sus admiradores o detractores decían de ellas ya que no existen retratos fiables. Las pocas fotografías de las que se disponen son de cortesanas de finales del siglo XIX y principios del XX. Siete hombres se suicidaron al ser despreciados por la Bella Otero pero viendo sus retratos ahora nos parece una mujer corriente. Dicen que al morir la Bella Otero desapareció la última cortesana…

La bella Otero

Desde la Venus prehistórica de amplias caderas, voluminoso vientre y grandes senos que simbolizaba la fertilidad a las “top models” y “playmates” actuales, los cánones de belleza femenina han ido cambiando en el transcurso de los siglos. No debe sorprendernos que a nuestros ojos muchas de las más famosas cortesanas no nos parezcan guapas y sus cuerpos rollizos, mejillas sonrosadas, pieles blancas como la nieve y extraños y complicados peinados no sean cualidades deseables en esta época en la que se venera la delgadez y los cuerpos definidos a base de gimnasio, pechos, pómulos y labios voluptuosos (ya sean naturales u obra de un cirujano plástico) y las pieles bronceadas. De la misma manera que las mujeres de hoy día dedican muchas horas a ponerse morenas (al sol en verano y rayos uva en invierno), nuestras antepasadas dedicaban muchas horas a blanquearse la piel. Solo las campesinas y la gente que realizaba labores al aire libre tenían la piel morena. Una dama debía poseer una piel muy blanca como signo de su condición y, no solo debía protegerse del sol, sino que utilizaba toda clase de ungüentos para despigmentarse y polvos de maquillaje para parecer aun más blanca.

Las hetairas de Grecia, además de ser expertas en el arte del amor, eran también sacerdotisas y curanderas. Sabían como utilizar plantas medicinales para mantener la vitalidad y una piel y un cabello lustrosos. Las cortesanas del Renacimiento también utilizaban hierbas para sus lociones y pomadas, por eso sus detractores las relacionaron con las brujas y decían que utilizaban pócimas y encantamientos para hechizar a los hombres. Al parecer estas recetas pasaban de madres a hijas. El cabello rubio siempre fue deseado y las venecianas lavaban sus largas melenas con manzanilla y dejaban secar sus cabellos desparramados al sol en una especie de aro sobre sus cabezas para volverlos dorados.

Algunos de los polvos y cremas que se usaban en el pasado eran altamente tóxicos porque contenían plomo y mercurio. Muchas cortesanas enfermaron o murieron jóvenes, y no sólo a causa de la tuberculosis o la sífilis, sino por envenenamiento. Se cree que Kitty Fisher, famosa cortesana inglesa del siglo XVIII, murió por utilizar polvos de “blanco de plomo” o carbonato de plomo, hoy en día prohibido por su alta toxicidad.



Kitty Fisher

El uso de maquillaje (algunas veces excesivo) en algunas épocas y sociedades estuvo reservado a las prostitutas y artistas para mostrar su condición y distinguirse de las mujeres decentes. Lo mismo ocurría con la ropa y los colores que estas lucían.

Sin embargo las cortesanas vestían elegantemente y sabían como realzar su belleza sin ser vulgares. En algunos casos era difícil distinguirlas de las damas de la alta sociedad ya que, aunque eran más transgresoras en la forma de vestir y arreglarse, pronto creaban modas y tendencias que imitaban todas las demás mujeres. Solían tener gran cantidad de vestidos y utilizaban uno diferente para cada ocasión. A veces se cambiaban hasta ocho veces al día y, considerando lo aparatoso de sus atuendos, eso resultaba agotador para las que tenían una gran vida social. Poseían joyas que nada tenían que envidiar a las de las damas de la aristocracia ya que eran sus nobles maridos los clientes favoritos de las cortesanas.

No hay comentarios: